Der spanische Informationswissenschaftler José Luis Orihuela
Orihuela führt sehr gut nachvollziehbar aus, wie sich durch die verstärkte Nutzung des Internets die Kontaktpflege vom emsig gefüllten Adressbüchlein hin zu komplexen Systemen der Sozialen Online-Netze sowohl im privaten als auch im beruflichen Umfeld gewandelt haben. Virtuelle Identitäten und die Generierung von persönlichen Informationsfiltern sind hier wichtige Stichworte:
Las redes sociales son los nuevos espacios virtuales en los que nos relacionamos y en los que construimos nuestra identidad, pero también funcionan a modo de sistema de filtro y de alerta en la medida en que permiten un ajuste del flujo de información que recibimos en función de nuestros intereses y de los intereses de aquellos en quienes confiamos.
Im Verlauf seines Artikels führt Orihuela auch aus, dass immer mehr herkömmliche Informationsdienste im Netz sich im Prozess einer Transformation hin zu Web2.0-Diensten befinden:
Un buen ejemplo de esta tendencia son los sitios informativos. El usuario ya no se contenta con poder acceder a información actualizada, ahora exige poder hacer algo con ella: comentarla, valorarla, remitirla a filtros sociales (como Digg o Menéame), guardar el enlace en sus favoritos en línea (Delicious), enviarla por correo electrónico a un amigo, compartir el enlace en su propia red social o republicar y comentar la noticia en su blog.
Insgesamt ist es José Luis Orihuela mit seinem kurzen Überblicksartikel »La hora de las redes sociales« (auf gerade mal sechs Seiten) gelungen, die wesentlichen Vorteile der Sozialen Netze herauszustellen.
Die Zeitschrift »Nueva Revista de Política, Cultura y Arte« ist auch in cibera
erfasst und deren Aufsatztitel werden kontinuierlich in der Online-Contents-Datenbank Spanien und Portugal (Info) nachgewiesen. Dort stehen für Ihre Recherchen über 200 Zeitschriften aus dem Sondersammelgebiet Spanien/Portugal zur Verfügung. Wer sich für den Bezug der o.g. Zeitschrift interessiert, findet alle notwendigen Angaben auf der Website von Nueva Revista.




No voy a hablar del Almodóvar cineasta; voy a hablar del autor de un texto ficcional o metaficcional y al mismo tiempo autoreferencial. Se trata de Patty Diphusa (1983) donde se encuentran, se varían e incluso se aclaran varios motivos de sus primeros largometrajes, desde Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) hasta Entre tinieblas (1983). El texto apareció, en varias entregas, en La luna, revista efímera de la movida madrileña, y está lleno de ambigüedades divertidas. Ya el título, que anuncia también el nombre de la protagonista y narradora, es “diphuso”, pues Patty se nos presenta como mujer y al mismo tiempo como ‘alter ego’ de un hombre llamado Pedro. Ya se sabe cómo le gusta a Almodóvar el juego de transgredir las delimitaciones de los sexos. Al mismo tiempo Patty Diphusa es una sátira contra la censura franquista que, hasta poco antes, había suprimido todavía cualquier exteriorización del deseo sexual, sobre todo en las mujeres. Pero también es Patty Diphusa un documento de la (hoy increíble) ligereza, con la que, en la euforia de la reciente liberación, se subestimaron entonces los peligros de la promiscuidad y del consumo de drogas. Al final, sin embargo, la narradora ya se va dando cuenta de que esta forma de movida no puede durar mucho, que después de la borrachera vendrá la resaca y que el pasarse de viejas reglas se convertirá, a su vez, en tediosa rutina si no se logran encontrar otras y nuevas. Pues los seres humanos están hechos de manera que, en ellos, no es menos grande el anhelo de estabilidad y duración que el de disfrutar de independencia y autonomía. Precisamente esto va a ser un tema constante en la producción posterior de Almodóvar.
Lo que al principio predomina en Patty Diphusa es una alegría, entre inocente y pueril, sobre el poder decirlo, por fin, todo y decir preferente – y casi exclusivamente – aquello que estaba prohibido por obsceno. Al leer este texto se acuerda uno también de su propia pubertad, cuando, en compañía de los amiguetes, proferíamos, en plena calle, obscenidades e incluso las plasmábamos sobre las paredes, sintiéndonos valientes y a la vez fascinados por el miedo a ser descubiertos y regañados. En efecto: el fenómeno de la movida, de la que Patty, en la ficción, al igual que Pedro, en la realidad, es en cierta manera la suma sacerdotisa, hace pensar en una especie de pubertad colectiva a la que por fin había llegado toda una nación después de haber sido liberada de un régimen que trataba de mantenerla en una eterna minoría de edad. En este sentido Patty Diphusa se muestra aún dominado por la censura. La exagerada desinhibición de la que, línea tras línea, hace alarde el texto, es aún un recuerdo de la inhibición censorial. Parece como si se bailara sobre los restos de un ídolo recién tirado de su pedestal. 


